Cuando se habla de innovación en una compañía de gran consumo, solemos pensar en visión a medio o largo plazo. Nos vienen a la cabeza retos de altísima relevancia para la empresa y, por tanto, proyectos que van planificándose de manera estructurada en un horizonte temporal relativamente cómodo y que permiten definir, con algo de calma, qué necesidades del consumidor se van a cubrir e, incluso, emplear un tiempo prolongado el diseño del producto final. Pero la realidad es que en la verdadera innovación se comienza con las preguntas, no con las respuestas.
Jeff Bezos comenzó Amazon en 1994 y no obtuvo beneficios hasta 2002, pero sabía que estaba trabajando en satisfacer una necesidad del consumidor. No le importó, tampoco a sus accionistas, meterse en una carrera de fondo.
Y en esas estábamos las
grandes compañías, tratando de encontrar respuestas a preguntas que nos hacíamos en un
entorno de aparente volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad. Os acordáis, ¿no?
Nos encantaba realizar presentaciones diciendo que estábamos en un entorno “VUCA”.
Pues toma dos tazas. Ha cambiado el consumidor, sus necesidades, sus momentos de consumo, sus canales de compra, etc. y nos ha obligado a modificar todo, a acelerar algunas cosas y a parar otras, y en un plazo de tiempo extraordinariamente corto.
De un día para otro, casi de manera literal, nos hemos encontrado en una situación que nos ha hecho ponernos unas gafas bifocales. La innovación ha tenido que ponerse al servicio de las necesidades más acuciantes de las compañías mientras tenía que seguir planificando el largo plazo.
En ocasiones, esa bifocalidad ha llevado a las compañías a lanzar soluciones que no existían o estaban en un nivel de desarrollo muy bajo. Herramientas de reuniones virtuales, como Teams o Webex, o salas de conciertos virtuales, como las de Vibra Mahou, se han convertido en coprotagonistas durante la pandemia. Qué decir de la velocidad con la que se han elaborado vacunas o, en un modelo menos técnico, pero increíblemente humano, la cantidad de iniciativas sociales que se han llevado a cabo como, por ejemplo, las que pusimos en marcha desde Mahou San Miguel para apoyar a la hostelería, un sector altamente perjudicado.
Y ahora, ¿qué?
Pues queda la confirmación de
que hay que salir con modelos imperfectos, hay que probar, una y otra vez, y mejorar el
producto con él en el mercado; pero también hay que mirar lo más lejos posible para
descubrir qué puede hacer un giro copernicano en el devenir de tu compañía. Manejar lo que
es urgente y lo que es importante y saber dedicar esfuerzos y presupuestos a distintos
horizontes temporales porque tenemos muy claro que hay un “hoy”, pero también que vendrá un
“mañana”. No se trata de elegir sino de asumir la realidad.
Y no, nada de lo que estoy contando es nuevo. Lo teníamos en muchas charlas, papeles, presentaciones y libros de gestión, es solo que no nos lo habíamos creído y ahora es de verdad.